jueves, 20 de noviembre de 2008
"Todo lo que es necesario para el triunfo del mal, es que los hombres de bien no hagan nada"
Edmund Burke
miércoles, 5 de noviembre de 2008
lunes, 20 de octubre de 2008
domingo, 12 de octubre de 2008
Aprender a vernos en los ojos del otro.
El miedo a los bárbaros, nos puede convertir en bárbaros, a través de nuestros propios fantasmas.
Tzvetan Todorov.
jueves, 25 de septiembre de 2008
SoBrE eL HoMbRe PriMiTiVo.
Cada hombre es el centro del mundo, alrededor de cada uno parece girar voluntariamente, y cada hombre y cada día de su vida es el punto final y la culminación de la Historia: tras él no hay nada, sólo el momento, todo el giganstesco aparato de la Historia parece estar al servicio del apogeo del presente. El hombre primitivo considera como una amenaza cualquier cosa que perturbe ese sentimiento de ser el centro, de estar en la orilla mientras los otros son arrastrados por la corriente, se niega a que le despierten y le enseñen, le parece odioso y hostil el despertar y el verse rozado por la realidad y se aparta con instinto amargado de aquellos a los que ve acometidos por el estado de alerta, de los visionarios, problemáticos, genios, profetas, posesos.
Hermann Hesse
martes, 23 de septiembre de 2008
SoMoS FuNciOnaRiOs dEL EsTaDo, No CésAres.
Razón tenía aquella querellante a quien me negué cierto día a escuchar hasta el fin, cuando me gritó que si no tenía tiempo para escucharla, tampoco lo tenía para reinar.
Memorias de Adriano
Margaritte Yourcenar
lunes, 8 de septiembre de 2008
¿Che GuEVaRa ComUNista?
- ¿Te consideras un marxista? - le digo.
- Bueno – no se sorprende por mi pregunta- he leído bastante a Marx. Es posible que de algún modo lo sea, pero no soy yo lo que pueda llamarse un marxista propiamente dicho. Además no pertenezco a la clase de hombres que caben dentro del Partido Comunista, porque mi modo de pensar es diferente a las aberraciones de sus dirigentes.
- Y ese pensamiento tuyo, ¿encaja en la Revolución que estamos haciendo?
-Sí –aclara- porque esta es una revolución que restablecerá la constitución que uds. han tenido y respetado; una constitución liberal, democrática, en la que obviamente habrá que hacer reformas.
Continúa diciéndome que cuando triunfemos la vida va a seguir en Cuba como antes de la dictadura, pero con mejoras económicas y sociales. Que nada de lo que se establezca se parecerá al sistema implantado en países totalitarios; menos aún en el soviético, donde no hay libertad alguna. Comenta sobre el sistema soviético diciendo que él mismo está en contra de su sentido de la vida porque él nada más puede vivir en un medio democrático, en el que haya pasión por solucionar los problemas más acuciantes del pueblo, pues detesta la situación del hombre en una sociedad totalitaria.
lunes, 1 de septiembre de 2008
dEl LibErtAdOr de AméRicA
Simón Bolívar
sábado, 28 de junio de 2008
YuGo y EsTrEllA
-Flor de mi seno, Homagno generoso,
De mí y del mundo copia suma,
Pez que en ave y corcel y hombre se torna,
Mira estas dos, que en dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge.
Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:
Hace de manso buey, y como presta
Servicio a los señores, duerme en paja
Caliente, y tiene rica y ancha avena.
Ésta, que alumbra y mata, es una estrella:
Como que riega luz, los pecadores
Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un mostruo de crímenes cargado,
Todo el que lleva luz, se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita,
Buey vuelve a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza.
El que la estrella sin temor se ciñe,
Como que crea, crece¡:
Cuando al mundo
De su copa el licor vació ya el vivo:
Cuando, para manjar de la sangrienta
Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón: cuando a los vientos
De Norte y Sur virtió su voz sagrada,-
La estrella como un manto, en la luz lo envuelve,
Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
Se oye que un paso más sube en la sombra!
-Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.
José Martí
sábado, 14 de junio de 2008
de La SeRviDuMBre HuMaNa
William Somerset Maugham.
viernes, 16 de mayo de 2008
OtRo No-VioLenTo
La vilolencia es el mal, la no-violencia es el único camino de aquellos que han despertado. Este camino nunca será el de todos y nunca el de los gobernantes, ni el de los que hacen Historia y dirigen las guerras. La tierra nunca será un paraíso, ni el hombre será uno con Dios, ni se reconciliará con El. Pero, cuando uno sabe de qué lado está, se vive más libre y tranquilo. Siempre hay que estar preparado para el sufrimiento y el abuso, pero nunca se puede estar dispuesto a matar.
Herman Hesse
Cartas, segunda edición, 1964.
viernes, 25 de abril de 2008
DeBaJo De Mi VoZ
Debajo de mi voz, tu voz se esconde
si la quieres hallar, ten la osadía
de hundirte en tu palabra y no en la mía.
Tú tienes voz aunque nos sepas dónde.
Aunque tengo esta voz y digo el verso,
mi voz tan solo trae adivinanzas,
adivina qué son mis esperanzas
que así adivinarás el universo.
En este mundo tantas voces crecen
silvestres en la voz del ciclo humano,
que el silencio nos toma de la mano
evitando la voz que nos ofrecen.
En el silencio vibra inteligente
un lengüaje distinto al que decimos,
sentimos otra voz, no la que oimos,
pues la que oimos calla lo que siente.
Pedro Luis Ferrer
lunes, 21 de abril de 2008
El PreSiDiO PoLíTiCo eN CuBa
martes, 15 de abril de 2008
sábado, 12 de abril de 2008
Las Jaulas Invisibles
¿En qué informe oficial o denuncia de oposición figuran los presos del miedo? Miedo a perder el trabajo, miedo a no encontrarlo; miedo de hablar, miedo de escuchar, miedo de leer. En el país del silencio, se puede terminar en un campo de concentración por culpa del brillo dela mirada...
La censura triunfa de verdad cuando cada ciudadano se convierte en el implacable censor de sus propios actos y palabras.
Eduardo Galeano
"Días y Noches de Amor y de Guerra"
viernes, 4 de abril de 2008
DeBatE
J.S. Niel
martes, 1 de abril de 2008
LaS TirANías y LoS TiRaNos.
domingo, 30 de marzo de 2008
La ReVOLuCIóN eS MiTAd y MiTAd
A LOS REVOLUCIONARIOS DADLES HONORES, DADLES PREMIOS, DADLES RECOMPENSAS, GRANDES CERTIFICADOS ESCRITOS CON LETRAS DORADAS PARA QUE LAS PONGAN EN SUS CASAS… PERO NO LE DEÍS PODER.
LA OTRA MITAD SE PUEDE COMPLETAR, PERO NO LA PUEDEN HACER LAS MISMAS PERSONAS QUE HAN HECHO LA REVOLUCION. LA OTRA MITAD REQUERIRÁ UN TIPO DIFERENTE DE INTELIGENCIA, DE SABIDURÍA,NO DE LAS PERSONAS QUE MATAN Y PONEN BOMBAS Y QUEMAN TRENES, Y CUARTELES …NO SON LAS PERSONAS. LA OTRA MITAD SE PUEDE COMPLETAR CON PERSONAS CREATIVAS E INTELIGENTES PARA AYUDAR AL PAIS DE TODAS LAS MANERAS POSIBLES: TRAYENDO NUEVA TECNOLOGÍA, NUEVOS METODOS DE AGRICULTURA, PERSONAS QUE PUEDAN ABRIR LAS PUERTAS DEL PAÍS PARA QUE EL MUNDO ENTERO INVIERTA EN ÉL.
Osho
miércoles, 26 de marzo de 2008
DeTAlleS LiBeRTaRioS
"La próxima vez que esté usted a punto de ceder a los autoritarios, que además sean símbolos de autoridad, o a leyes determinadas sólo porque son leyes, recuerde que en el estado de Massachusetts aún existe una ley que declara ilegal sentarse en un retrete redondo"
W.W.Dye
jueves, 6 de marzo de 2008
Sobre la superación personal
sábado, 1 de marzo de 2008
Conmemoración del 10 de Octubre (desde el exilio)
... ¿ Por qué estamos aquí ? ¿Qué nos alienta, a más de nuestra gratitud, para reunirnos a conmemorar a nuestros padres ? ¿ Qué pasa en nuestras huestes, que el dolor las aumenta y se robustece con los años ? ¿Será que, equivocando los deseos con la realidad, desconociendo por la fuerza de la ilusión o de nuestra propia virtud las leyes de naturaleza que alejan al hombre de la muerte y el sacrificio, queramos infundir con este acto nuestro, con este ímpetu, con este anuncio, esperanzas que son culpas cuando pueden costar la vida al que las concibe, y el que las pregona no puede realizarlas ? ¿Será que sometiendo como vulgares ambiciosos el amor patrio al interés personal o la pasión de partido, estemos tramando con saña enfermiza el modo de echar inoportunamente sobre nuestra tierra una barcada de héroes inútiles, impotentes acaso para acelerar la agregación inevitable de las fuerzas patrias, aun cuando llevasen, con la gloria de su intrepidez, el conocimiento político y la cordial grandeza que ha de sustentarla? No: ni la debilidad nos trae aquí, ni la temeridad. ¿No nos afligimos, no nos buscamos unos a otros, no nos adivinamos en los ojos un llanto de sangre, no andamos con la mano impaciente, con el dolor de la carne herida en nuestra carne, en cuanto sabemos de alguna nueva tristeza de la patria, de algún peligro de los que allá viven, de una ofensa a los que allá nos desconocen, del sacrificio estéril de algún valiente infortunado ? ¿No nos regocijamos noblemente cuando se espera de nuestros mismos dominadores una concesión de justicia, un bien parcial, que aunque lastime nuestras aspiraciones grandiosas, aunque retarde nuestro ideal absoluto y nuestra vuelta al país, le prometa sin embargo una calma relativa -de que no queremos gozar nosotros? ¿ No nos agitamos, no perdemos el interés en nuestro quehacer usual, no sentimos, cuando sabemos que hemos de reunirnos para estos actos nobles, como más claridad, como más ternura, como más dicha, como más elocuencia, como una verdadera resurrección en nuestras casas ? ¡ Pues por eso estamos aquí: porque la prudencia puede refrenar, pero el fuego no sabe morir; porque el amor por nuestro país se nos fortalece con los desengaños, y es superior a todos ellos; porque el pesar de vernos ofendidos por los que no saben imitar nuestra virtud, es menos poderoso que este impulso de los que morimos en silencio fuera del suelo natal, para prolongar siquiera la vida recordándolo; porque tal vez divisamos el peligro, y nos aparejamos a ser dignos de él !
Ese impulso nos arrastra; nos pone en pie, como si viviéramos aún, devuelve a nuestros labios la palabra, cansada ya de torneos pueriles: ¿qué somos nosotros más que lo que nos decía esta noche un anciano respetable, qué somos nosotros más que "mártires vivos"? Vivimos entre sombras, y la patria que nos martiriza, nos sostiene, con la señal del cuchillo en la garganta, con los vestidos sirviendo de últimos manteles a los ladrones, comida hasta la rodilla -¡ hasta la rodilla no más !-de gusanos, la imagen de la patria siempre está junto a nosotros, sentada a nuestra mesa de trabajar, nuestra mesa de comer, a nuestra almohada. Desecharla es en vano; ni ¿quién quiere desecharla ? Sus ojos, como los ojos de un muerto querido, nos siguen por todas partes, nos animan cuando estamos honrándola con nuestros actos, nos detienen cuando nos sentimos tentados a alguna villanía, nos hielan cuando pensamos en abandonarla. ¡ Cierra los ojos y parece que se cierra la vida ! Queremos ir por donde nos manda el interés, y no podemos ir sino por donde nos manda la patria.
Fragmentos de Discurso pronunciado en Masonic Temple, Nueva York, el 10 de Octubre de 1887. Tomo IV, pp.213-226- (continuará)
jueves, 28 de febrero de 2008
Hombre del campo
martes, 26 de febrero de 2008
Las Raíces (texto de Alberto Serret)
viernes, 22 de febrero de 2008
El proceso de los siete anarquistas de Chicago, José Martí, Nueva York 2 de Septiembre de 1886.
Aquellos anarquistas que en la huelga de la primavera lanzaron sobre los policías de Chicago una bomba que mató a siete de ellos, y huyeron luego a casa donde fabrican sus aparatos mortíferos, a los túneles donde enseñan a sus afiliados a manejar las armas, y a untar de ácido prúsico, para que maten más seguramente, los puñales de hoja acanalada; aquellos que construyeron la bomba, que convocaron a los trabajadores a las armas, que llevaron cargado el proyectil a la junta pública, que exitaron a la matanza y el saqueo, que acercaron el fósforo encendido a la mecha de la bomba, que la arrojaron con sus manos sobre los policías, y sacaron luego a la ventana de su imprenta una bandera roja, aquellos siete alemanes, meras bocas por donde ha venido a vaciarse sobre América el odio febril acumulado durante siglos europeos en la gente obrera; aquellos míseros, incapaces de llevar sobre su razón floja el peso peligroso y enorme de la justicia, que en sus horas de ira enciende siempre a la vez, según la fuerza de las ramas en que arraiga, apóstoles y criminales; aquellos han sido condenados, en Chicago, a muerte en la horca.
Tres de ellos ni entendían siquiera la lengua en que los condenaban. El que hizo la bomba, no llevaba más que unos nueve meses de pisar esta tierra que quería ver en ruinas.
Uno solo de los siete, casado con una mulata que no llora, es norteamericano, y hermano de un general de ejército: los demás han traído de Alemania cargado el pecho de odio.
Desde que llegaron, se pusieron a preparar la manera mejor de destruir. Reunían pequeñas sumas de dinero; alquilaban casas para hacer experimentos; rellenaban de fulmicoton trozos pequeños de cañerías de gas: iban de noche con sus novias y mujeres por los lugares abandonados de la costa a ver cómo volaban los cascos de barco; imprimían libros en que se enseña la manera fácil de hacer en la casa propia los proyectiles de matar: se atraían con sus discursos ardientes la voluntad de los miembros más malignos, adoloridos y obtusos de los gremios de los trabajadores: "pudrían -dice el abogado- como el vómito del buitre, todo aquello a que alcanzaba su sombra".
Aconsejaban los bárbaros remedios imaginados en los países donde los que padecen no tienen palabra ni voto, aquí, donde el más infeliz tiene en la boca la palabra libre que denuncia la maldad, y en la mano el voto que hace la ley que ha de volcarla: al favor de su lengua extranjera, y de las leyes mismas que desatendían ciegamente, llegaron a tener masas de afiliados en las ciudades que emplean mucha gente alemana: en Nueva York, en Milwaukee, en Chicago.
En libros, diarios y juntas adelantaban en organización armada y predicaban una guerra de incendio y de exterminio contra la riqueza y los que la poseen y defienden, contra las leyes y los que las mantienen en vigor. Se les dejaba hablar, aun cuando hay leyes que lo estorban, para que no pudieran prosperar so color de martiriro, ideas de cuna extraña, nacidas de una presión que aquí no existe en la forma violenta y agresiva que del otro lado del mar las ha engendrado.
Prendieron estas ideas lóbregas en los espírutus menos racionales y más dispuestos por su naturaleza a la destrucción; y cuando al fin, como enseña de este fuego subterráneo, saltó encendida por el aire la bomba de Chicago, se vio que la clemencia equivocada había permitido el desarrollo de una cría de asesinos.
Todo esto se ha probado en el proceso. Ellos que, salvo el norteamericano, tiemblan hoy, pálidos como la cal, de ver cerca la muerte, manejan en calma los instrumentos más alevosos que han sugerido nunca al hombre la justicia o la venganza.
No fue que rechazasen en una hora de ira el ataque violento de la policía armada: fue que, de meses atrás, tenían fábricas de bombas, y andaban con ellas en los bolsillos "en espera del buen momento", y atisbaban el paso a los grupos de huelguistas para enardecerles con sus discursos la sangre, y tenían concertado un alzamiento en que se echasen sobre la ciudad de Chicago a una hora fija las carretadas de bombas ocultas en las casas y escondites donde los mismos, que ayudaron a hacerlas las descubrieron la policía.
No embellece esta vez una idea el crimen.
Sua artículos y discursos no tienen aquel calor de humanidad que revela a los apóstoles cansados, a las víctimas que ya no pueden con el peso del tormento y en una hora de majestad infernal la echan por tierra, a los espíritus de amor activo nacidos fatalmente para sentir en sus mejillas la vergüenza humana, y verter su sangre por aliviarla sin miramiento del bien propio.
No: todas las grandes ideas de reforma se condesan en apóstoles y se petrifican en crímenes, según en su llameante curso prendan en almas de amor o en almas destructivas. Andan por la vida las dos fuerzas, lo mismo en el seno de los hombres que en el de la atmósfera y en el de la tierra. Unos están empeñados en edificar y levantar: otros nacen para abatir y destruir. Las corrientes de los tiempos dan a la vez sobre unos y otros; y así sucede que las mismas ideas que en lo que tienen de razón se llevan toda la voluntad por su justicia, engendran en las almas dañinas o confusas, con lo que tienen de pasión estados de odio que se enajenan la voluntad por su violencia.
Así se explica que los trabajadores mismos temblaron al ver qué delitos se criaban a su sombra; y como de vestidos de llamas se desasieron de esta mala compañía, y protestaron ante la nación que ni los más adelantados socialistas protegían ni excusaban el asesinato y el incendio a ciegas como modos de conquistar un derecho que no puede ser saludable ni fructífero si se logra por medio del crímen, innecesario en un país de república, donde puede lograrse sin sangre por medio de la ley.
Así se explica cómo hoy mismo, cuando los diarios fijaron en sus tablillas de anuncio el veredicto del jurado, no se oía una sola protesta entre los que se acercaban ansiosamente a leer la noticia.
¡Ay! ¡aquí los corazones no son generalmente sensibles! ¡aquí no hace temblar la idea de un hombre muerto por el verdugo a mano fría! ¡aquí se habitúa el alma al egoísmo y la dureza! pero se suele ver, como en los días de la agonía de Garfield, el corazón público, -se suele sentir, como en los días del abolicionista Wendell Phillips, la pujanza con que se revela la conciencia nacional contra la injusticia o el crimen,- se ve crecer en un instante, como en los días de las huelgas de carros, la ira de la clase obrera cuando se cree injuriada en su decoro o su derecho.
Y esta vez, ni un solo gremio de trabajadores en toda la nación ha mostrado simpatía, ni cuando el proceso, ni cuando el veredicto, con los que mueren por delitos cometidos en su nombre.
Y es porque esos míseros, dándose a sí propios como excusa de su necesidad de destrucción las agonías de la gente pobre, no pertenecen directamente a ella, ni están por ella autorizasos, ni trabajan en construir, como trabaja ella; sino que son hombres de espíritu enfermizo o maleado por el odio, empujados unos por el apetito de arrasar que se abre paso con pretexto público en todas las conmociones populares, pervertidos otros por el ansia dañida de la notoriedad o provechos fáciles de alcanzar en las revueltas,-y otros, ¡los menos culpables, los más desdichados!, endurecidos, condensados en crimen, por la herencia acumulada del trabajo cervil y la cólera sorda de las generaciones esclavas.
Publicado en La Nación, Buenos Aires, 21 de octubre de 1886.
Tomo XI pp. 53-61