jueves, 20 de noviembre de 2008


"Todo lo que es necesario para el triunfo del mal, es que los hombres de bien no hagan nada"


Edmund Burke

miércoles, 5 de noviembre de 2008

CamBio: ¡Sí, Se PueDe!


"Ningún hombre es demasiado bueno para gobernar a otro sin su consentimiento."


Abraham Lincoln

lunes, 20 de octubre de 2008

domingo, 12 de octubre de 2008

Aprender a vernos en los ojos del otro.


El miedo a los bárbaros, nos puede convertir en bárbaros, a través de nuestros propios fantasmas.

Tzvetan Todorov.

jueves, 25 de septiembre de 2008

SoBrE eL HoMbRe PriMiTiVo.



Cada hombre es el centro del mundo, alrededor de cada uno parece girar voluntariamente, y cada hombre y cada día de su vida es el punto final y la culminación de la Historia: tras él no hay nada, sólo el momento, todo el giganstesco aparato de la Historia parece estar al servicio del apogeo del presente. El hombre primitivo considera como una amenaza cualquier cosa que perturbe ese sentimiento de ser el centro, de estar en la orilla mientras los otros son arrastrados por la corriente, se niega a que le despierten y le enseñen, le parece odioso y hostil el despertar y el verse rozado por la realidad y se aparta con instinto amargado de aquellos a los que ve acometidos por el estado de alerta, de los visionarios, problemáticos, genios, profetas, posesos.

Hermann Hesse

martes, 23 de septiembre de 2008

SoMoS FuNciOnaRiOs dEL EsTaDo, No CésAres.


Razón tenía aquella querellante a quien me negué cierto día a escuchar hasta el fin, cuando me gritó que si no tenía tiempo para escucharla, tampoco lo tenía para reinar.

Memorias de Adriano
Margaritte Yourcenar

lunes, 8 de septiembre de 2008

¿Che GuEVaRa ComUNista?


La conversación con Guevara dura horas. Me pregunta mucho. Es argentino y aunque tiene conocimientos generales sobre Cuba, quiere enterase en detalle, de la forma en que viven los obreros cubanos, de cómo es el régimen económico y laboral de los empleados públicos y del campesinado. A él le parece interesante más la problemática social que la política, o aquella como elemento consustancial de ésta. Respondo lo más objetivamente posible; parece un hombre inteligente, con una buena dosis de espíritu aventurero. Cuando le toca hablarme de su vida y de sus inquietudes me es fácil ubicarlo como un hombre de extrema izquierda, ávido de realizar proezas.

- ¿Te consideras un marxista? - le digo.

- Bueno – no se sorprende por mi pregunta- he leído bastante a Marx. Es posible que de algún modo lo sea, pero no soy yo lo que pueda llamarse un marxista propiamente dicho. Además no pertenezco a la clase de hombres que caben dentro del Partido Comunista, porque mi modo de pensar es diferente a las aberraciones de sus dirigentes.

- Y ese pensamiento tuyo, ¿encaja en la Revolución que estamos haciendo?

-Sí –aclara- porque esta es una revolución que restablecerá la constitución que uds. han tenido y respetado; una constitución liberal, democrática, en la que obviamente habrá que hacer reformas.
Continúa diciéndome que cuando triunfemos la vida va a seguir en Cuba como antes de la dictadura, pero con mejoras económicas y sociales. Que nada de lo que se establezca se parecerá al sistema implantado en países totalitarios; menos aún en el soviético, donde no hay libertad alguna. Comenta sobre el sistema soviético diciendo que él mismo está en contra de su sentido de la vida porque él nada más puede vivir en un medio democrático, en el que haya pasión por solucionar los problemas más acuciantes del pueblo, pues detesta la situación del hombre en una sociedad totalitaria.

Huber Matos*


* ex comandante guerrillero cubano, estuvo preso 20 años en las cárceles de Castro acusado por este de traición, entró joven y valeroso, lo liberaron hecho una piltrafa humana, pero íntegro en su espíritu libertario. Pág 133-134 de sus Memorias “Cómo llegó la noche”

lunes, 1 de septiembre de 2008

dEl LibErtAdOr de AméRicA



¿ Y se cuenta todavía con la era de la Libertad...? ¡ Qué virtudes es preciso tener para poseer una inmensa autoridad sin abusar de ella ! ¿ Puede tener interés ningún pueblo en confiarse a un solo hombre ?

Simón Bolívar

sábado, 28 de junio de 2008

YuGo y EsTrEllA


Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:
-Flor de mi seno, Homagno generoso,
De mí y del mundo copia suma,
Pez que en ave y corcel y hombre se torna,
Mira estas dos, que en dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge.
Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:
Hace de manso buey, y como presta
Servicio a los señores, duerme en paja
Caliente, y tiene rica y ancha avena.
Ésta, que alumbra y mata, es una estrella:
Como que riega luz, los pecadores
Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un mostruo de crímenes cargado,
Todo el que lleva luz, se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita,
Buey vuelve a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza.
El que la estrella sin temor se ciñe,
Como que crea, crece¡:
Cuando al mundo
De su copa el licor vació ya el vivo:
Cuando, para manjar de la sangrienta
Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón: cuando a los vientos
De Norte y Sur virtió su voz sagrada,-
La estrella como un manto, en la luz lo envuelve,
Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
Se oye que un paso más sube en la sombra!

-Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.

José Martí

sábado, 14 de junio de 2008

de La SeRviDuMBre HuMaNa



No le gustaba que le reglamentansen el trabajo. Las restricciones le irritaban, y no porque fueran irracionales, sino porque eran restricciones. Amaba la Libertad.


William Somerset Maugham.

viernes, 16 de mayo de 2008

OtRo No-VioLenTo



La vilolencia es el mal, la no-violencia es el único camino de aquellos que han despertado. Este camino nunca será el de todos y nunca el de los gobernantes, ni el de los que hacen Historia y dirigen las guerras. La tierra nunca será un paraíso, ni el hombre será uno con Dios, ni se reconciliará con El. Pero, cuando uno sabe de qué lado está, se vive más libre y tranquilo. Siempre hay que estar preparado para el sufrimiento y el abuso, pero nunca se puede estar dispuesto a matar.
Herman Hesse

Cartas, segunda edición, 1964.

viernes, 25 de abril de 2008

DeBaJo De Mi VoZ


Debajo de mi voz, tu voz se esconde
si la quieres hallar, ten la osadía
de hundirte en tu palabra y no en la mía.
Tú tienes voz aunque nos sepas dónde.

Aunque tengo esta voz y digo el verso,
mi voz tan solo trae adivinanzas,
adivina qué son mis esperanzas
que así adivinarás el universo.

En este mundo tantas voces crecen
silvestres en la voz del ciclo humano,
que el silencio nos toma de la mano
evitando la voz que nos ofrecen.

En el silencio vibra inteligente
un lengüaje distinto al que decimos,
sentimos otra voz, no la que oimos,
pues la que oimos calla lo que siente.

Pedro Luis Ferrer

lunes, 21 de abril de 2008

El PreSiDiO PoLíTiCo eN CuBa



Yo no pido para mi patria concesiones que no podéis darla, porque, o no las tenéis, o si las tenéis os espantan, que sería necedad pedíroslas.


Pero yo os pido en nombre de ese honor de la Patria que invocáis, que reparéis algunos de vuestros más lamentables errores, que en ello habría honra legítima y verdadera; yo os pido que seáis humanos, que seáis justos, que no seáis criminales sancionando un crimen constante, perpetuo, ebrio, acostumbrado a una cantidad de sangre diaria que no le basta ya.
Si no sabéis en su honrosa anatomía aquella negación de todo pensamiento justo y todo ese noble sentimiento; si no veis las nubes rojas que se ciernen pesadamente sobre la tierra de Cuba, como avergonzándose de subir al espacio, porque presumen que allí está Dios; sino las veis mezcladas con los vapores del vértigo de un pueblo ávido de metal, que al tocar la ansiada mina que en sueños llenó de miel su vida, ve que se le escapa, y corre tras ella desalentado, loco, erizados los cabellos y extraviados los ojos, ¿por qué firmáis con vuestro asentimiento el exterminio de la raza que más os ha sufrido, que más os ha humillado, que más os ha esperado, que más sumisa ha sido hasta que la desesperación o la desconfianza en las promesas ha hecho que sacuda la cerviz? ¿Por qué sois tan injustos y tan crueles?

Yo no os pido ya razón imparcial para deliberar.

Yo os pido latidos de dolor para los que lloran, latidos de compasión para los que sufren por lo que quizás habéis sufrido vosotros ayer, por lo que quizás, si no sois aún los escogidos del Evangelio, habréis de sufrir mañana.

No en nombre de esa integridad de tierra que no cabe en un cerebro bien organizado; no en nombre de esa visión que se ha trocado en gigante; en nombre de la integridad de la honra verdadera; la integridad de los lazos de protección y de amor que nunca debisteis romper; en nombre del bien, supremo Dios; en nombre de la justicia, suprema verdad, yo os exijo compasión para los que sufren en presidio, alivio para su suerte ensombrecida, escarnecida, ensangrentada, vilipendiada.

Si la aliviáis sois justo.
Si no la aliviáis, sois infames.
Si la aliviáis, os respeto.

Si no la aliviáis, compadezco vuestro oprobio y vuestra desgarradora miseria.

José Martí.


Fragmentos, publicados en 1871, durante la primera deportación de Martí a España, a los 18 años de edad.

martes, 15 de abril de 2008

MúSiCa y LiberTad


La fe ciega en tus dirigentes -o en cualquier cosa- te matará.

Bruce Springsteen

sábado, 12 de abril de 2008

Las Jaulas Invisibles



¿En qué informe oficial o denuncia de oposición figuran los presos del miedo? Miedo a perder el trabajo, miedo a no encontrarlo; miedo de hablar, miedo de escuchar, miedo de leer. En el país del silencio, se puede terminar en un campo de concentración por culpa del brillo dela mirada...

La censura triunfa de verdad cuando cada ciudadano se convierte en el implacable censor de sus propios actos y palabras.

Eduardo Galeano
"Días y Noches de Amor y de Guerra"

viernes, 4 de abril de 2008

DeBatE



Nunca podemos estar seguros de que la opinión que tratamos de acallar sea una opinión falsa; y si estuviéramos seguros, también sería incorrecto acallarla.

J.S. Niel

martes, 1 de abril de 2008

LaS TirANías y LoS TiRaNos.



Ninguna tiranía ha sido capaz nunca de permanecer para siempre; sus días son limitados.
Pero ¿y la nueva tiranía? Pasarás de una tiranía a las manos de otra. Por supuesto, no se matará a la misma gente, y no se condenará a muerte a la misma gente. Ahora las víctimas serán las personas que estaban involucradas en el viejo régimen; se les matará, se les condenará a muerte. Pero no importa a quién se matará y a quién se condena a muerte; son todos seres humanos, son todos tus hermanos y hermanas. Y el fenómeno más extraño que hay que recordar es que inclusos los que luchaban contra el viejo régimen serán fusilados por el nuevo régimen que lo reemplazará.
Es un destino extraño, pero tiene una lógica sutil. Los que han sido revolucionarios se han acostumbrado a ser revolucionarios; y cualquier régimen es antirrevolucionario. Puede que sea el mismo régimen creado por los mismos revolucionarios, pero en el momento que alguien llega al poder se vuelve antirrevolucionario, porque la revolución va en contra de su poder. Estaba a favor de la revolución, porque la revolución ponía el poder en sus manos; es una lógica sencilla. Y los revolucionarios no pueden creer que esta sea la libertad por la que luchaban. Solo han cambiado las personas en el poder, pero todo sigue igual: la misma burocracia, los mismos políticos desagradables.
Y estas personas olvidarán todas las promesas que habían hecho a la gente para respaldar la revolución; empezarán a explotar a la misma gente. Naturalmente, muchos personas del pasado empiezan a distanciarse de las personas que han llegado al poder. Antes lucharon todos contra el enemigo, hombro con hombro. Ahora empiezan a distanciarse, porque la revolución ha sido traicionada. Y ahora, los revolucionarios que han llegado al poder -y el poder simplemente destruye todas las ideologías revolucionarias- empiezan a matar a los revolucionarios restantes, porque son las personas más peligrosas. Se han desecho del régimen anterior, pueden deshacerse también de este régimen. No se les puede tolerar.
De manera que no confíes demasiado en un futuro hermoso. La historia enseña otra cosas; la gente permanecerá en la misma situación desagradable, bajo los mismos horrores. Solo los matarifes han cambiado, pero el asesinato sigue siendo el mismo.
El revolucionario ha fracasado, ha fracasado absolutamente; y no una vez, sino ciento de veces. Ahora esto se puede aceptar como norma: el revolucionario habla de grandes cosas, promete paraísos y, cuando llega al poder, resulta ser un tirano más grande que el anterior.
Osho

domingo, 30 de marzo de 2008

La ReVOLuCIóN eS MiTAd y MiTAd



TODA REVOLUCION HA FRACASADO EN EL MUNDO HASTA AHORA, POR LA SENCILLA RAZÓN DE QUE LAS PERSONAS QUE HICIERON LA REVOLUCION TIENEN UN TIPO DE HABILIDAD, Y LAS PERSONAS QUE PUEDEN CONSTRUIR UN PAÍS, CREAR UN PAÍS, CREAR RESPONSABILIDAD EN LA GENTE, SON UN GRUPO DIFERENTE. NO PARTICIPAN EN LA DESTRUCCION, EN EL ASESINATO, PERO NO PUEDEN LLEGAR AL PODER. EL PODER VA A LAS MANOS DE LOS QUE HAN LUCHADO. DE MODO QUE, NATURALMENTE, TODA REVOLUCION ESTÁ INTRÍNSECAMENTE DESTINADA A FRACASAR.
A LOS REVOLUCIONARIOS DADLES HONORES, DADLES PREMIOS, DADLES RECOMPENSAS, GRANDES CERTIFICADOS ESCRITOS CON LETRAS DORADAS PARA QUE LAS PONGAN EN SUS CASAS… PERO NO LE DEÍS PODER.
LA OTRA MITAD SE PUEDE COMPLETAR, PERO NO LA PUEDEN HACER LAS MISMAS PERSONAS QUE HAN HECHO LA REVOLUCION. LA OTRA MITAD REQUERIRÁ UN TIPO DIFERENTE DE INTELIGENCIA, DE SABIDURÍA,NO DE LAS PERSONAS QUE MATAN Y PONEN BOMBAS Y QUEMAN TRENES, Y CUARTELES …NO SON LAS PERSONAS. LA OTRA MITAD SE PUEDE COMPLETAR CON PERSONAS CREATIVAS E INTELIGENTES PARA AYUDAR AL PAIS DE TODAS LAS MANERAS POSIBLES: TRAYENDO NUEVA TECNOLOGÍA, NUEVOS METODOS DE AGRICULTURA, PERSONAS QUE PUEDAN ABRIR LAS PUERTAS DEL PAÍS PARA QUE EL MUNDO ENTERO INVIERTA EN ÉL.
Osho

miércoles, 26 de marzo de 2008

DeTAlleS LiBeRTaRioS


"La próxima vez que esté usted a punto de ceder a los autoritarios, que además sean símbolos de autoridad, o a leyes determinadas sólo porque son leyes, recuerde que en el estado de Massachusetts aún existe una ley que declara ilegal sentarse en un retrete redondo"

W.W.Dye

jueves, 6 de marzo de 2008

Sobre la superación personal


El Poema del Niágara (fragmentos)


Mas, cuánto trabajo cuesta hallarse a sí mismo ! El hombre apenas entra en el goce de la razón que desde su cuna le oscurecen, tiene que deshacerse para entrar verdaderamente en sí. Es un braceo hercúleo contra los obstáculos ¡ que le alza al paso su propia naturaleza y los que amontonan ideas convencionales de que es, en hora menguada, y por impío consejo, y arrogancia culpable, -alimentada. No hay más difícil faena que esta de distinguir en nuestra existencia la vida pegadiza y postadquirida, de la espontánea y prenatural; lo que viene con el hombre, de lo que añaden con sus lecciones, legados y ordenanzas, los que antes de él han venido. So pretexto de completar al ser humano, lo interrumpen. No bien nace, ya está en pie, junto a su cuna con grandes y fuertes vendas preparadas en las manos, las filosofías, las religiones, las pasiones de los padres, los sistemas políticos. Y lo atan, y lo enfajan: y el hombre es ya, por toda su vida en la tierra, un caballo embridado. Así es la tierra ahora una vasta morada de enmascarados. Se viene a la vida como cera, y el azar nos vacía en moldes prehechos. Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera, y la verdadera vida viene a ser como corriente silenciosa que se desliza invisible bajo la vida aparente, no sentida a las veces por el mismo en quien hace su obra cauta, a la manera con que el Guadiana misterioso corre luengo camino calladamente por bajo de las tierras andaluzas. Asegurar el albedrío humano; dejar a los espírutus su seductora forma propia; no deslucir con la imposición de ajenos prejuicios las naturalezas vírgenes; ponerlas en aptitud de tomar por sí lo útil sin ofuscarlas, ni impelerlas por una vía marcada. ¡ He ahí el único modo de poblar la tierra de la generación vigorosa y creadora que le falta ! Las redenciones han venido siendo teóricas y formales: es necesario que sean efectivas y esenciales.
Ni la originalidad literaria cabe, ni la libertad política subsiste mientras no se asegure la libertad espiritual. El primer trabajo del hombre es reconquistarse. Urge devolver los hombres a sí mismos; urge sacarlos del mal gobierno de la convención que sofoca o envenena sus sentimientos, acelera el despertar de sus sentidos, y recarga su inteligencia con un caudal pernicioso, ajeno, frío y falso. Sólo lo genuino es fructífero. Sólo lo directo es poderoso. Lo que otro nos lega es como manjar recalentado. Toca a cada hombre reconstruir la vida: a poco que mire en sí, la reconstruye. Asesino alevoso, ingrato a dios y enemigo de los hombres, es el que, so pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática de amor, el evangelio bárbaro del odio. Reo es de traición a la naturaleza el que impide en una vía u otra, y en cualquier vía, el libre uso, la aplicación directa y el espontáneo empleo de las facultades magníficas del hombre !
José Martí

Escrito en 1882, y aparecido como prólogo a la segunda edición Poema del Niágara, de Juan Antonio Pérez Bonalde, publicada en Nueva York en 1883.
Tomo VII, pp. 223-238.

sábado, 1 de marzo de 2008

Conmemoración del 10 de Octubre (desde el exilio)



Discurso de José Martí (fragmentos)

... ¿ Por qué estamos aquí ? ¿Qué nos alienta, a más de nuestra gratitud, para reunirnos a conmemorar a nuestros padres ? ¿ Qué pasa en nuestras huestes, que el dolor las aumenta y se robustece con los años ? ¿Será que, equivocando los deseos con la realidad, desconociendo por la fuerza de la ilusión o de nuestra propia virtud las leyes de naturaleza que alejan al hombre de la muerte y el sacrificio, queramos infundir con este acto nuestro, con este ímpetu, con este anuncio, esperanzas que son culpas cuando pueden costar la vida al que las concibe, y el que las pregona no puede realizarlas ? ¿Será que sometiendo como vulgares ambiciosos el amor patrio al interés personal o la pasión de partido, estemos tramando con saña enfermiza el modo de echar inoportunamente sobre nuestra tierra una barcada de héroes inútiles, impotentes acaso para acelerar la agregación inevitable de las fuerzas patrias, aun cuando llevasen, con la gloria de su intrepidez, el conocimiento político y la cordial grandeza que ha de sustentarla? No: ni la debilidad nos trae aquí, ni la temeridad. ¿No nos afligimos, no nos buscamos unos a otros, no nos adivinamos en los ojos un llanto de sangre, no andamos con la mano impaciente, con el dolor de la carne herida en nuestra carne, en cuanto sabemos de alguna nueva tristeza de la patria, de algún peligro de los que allá viven, de una ofensa a los que allá nos desconocen, del sacrificio estéril de algún valiente infortunado ? ¿No nos regocijamos noblemente cuando se espera de nuestros mismos dominadores una concesión de justicia, un bien parcial, que aunque lastime nuestras aspiraciones grandiosas, aunque retarde nuestro ideal absoluto y nuestra vuelta al país, le prometa sin embargo una calma relativa -de que no queremos gozar nosotros? ¿ No nos agitamos, no perdemos el interés en nuestro quehacer usual, no sentimos, cuando sabemos que hemos de reunirnos para estos actos nobles, como más claridad, como más ternura, como más dicha, como más elocuencia, como una verdadera resurrección en nuestras casas ? ¡ Pues por eso estamos aquí: porque la prudencia puede refrenar, pero el fuego no sabe morir; porque el amor por nuestro país se nos fortalece con los desengaños, y es superior a todos ellos; porque el pesar de vernos ofendidos por los que no saben imitar nuestra virtud, es menos poderoso que este impulso de los que morimos en silencio fuera del suelo natal, para prolongar siquiera la vida recordándolo; porque tal vez divisamos el peligro, y nos aparejamos a ser dignos de él !

Ese impulso nos arrastra; nos pone en pie, como si viviéramos aún, devuelve a nuestros labios la palabra, cansada ya de torneos pueriles: ¿qué somos nosotros más que lo que nos decía esta noche un anciano respetable, qué somos nosotros más que "mártires vivos"? Vivimos entre sombras, y la patria que nos martiriza, nos sostiene, con la señal del cuchillo en la garganta, con los vestidos sirviendo de últimos manteles a los ladrones, comida hasta la rodilla -¡ hasta la rodilla no más !-de gusanos, la imagen de la patria siempre está junto a nosotros, sentada a nuestra mesa de trabajar, nuestra mesa de comer, a nuestra almohada. Desecharla es en vano; ni ¿quién quiere desecharla ? Sus ojos, como los ojos de un muerto querido, nos siguen por todas partes, nos animan cuando estamos honrándola con nuestros actos, nos detienen cuando nos sentimos tentados a alguna villanía, nos hielan cuando pensamos en abandonarla. ¡ Cierra los ojos y parece que se cierra la vida ! Queremos ir por donde nos manda el interés, y no podemos ir sino por donde nos manda la patria.

Fragmentos de Discurso pronunciado en Masonic Temple, Nueva York, el 10 de Octubre de 1887. Tomo IV, pp.213-226- (continuará)

jueves, 28 de febrero de 2008

Hombre del campo


Hombre del campo:
No vayas a enseñar este libro al cura de tu pueblo: porque a él le interesa mantenerte en la oscuridad; para que todo tengas que ir a preguntárselo a él.
Y como él te cobra por por echar agua en la cabeza de tu hijo, por decir que eres el marido de tu mujer, cosa que ya tú sabes desde que la quieres y te quiere ella; como él te cobra por nacer, por darte la unción, por casarte, por rogar por tu alma, por morir; como te niega hasta el derecho de la sepultura si no le das dinero por él, él no querrá nunca que tu sepas que todo eso que has hecho hasta aquí es innecesario, porque ese día dejará él de cobrar dinero por todo eso.
Y como es una injusticia que se explote así tu ignorancia, yo, que no te cobro nada por mi libro, quiero, hombre del campo, hablar contigo para decirte la verdad.

No te exijo que creas como yo creo. Lee lo que digo, y créelo si te parece justo. El primer deber de un hombre es pensar por sí mismo. Por eso no quiero que quieras al cura; porque el no te deja pensar.

Vamos, pues, buen campesino: reúne a tu mujer y a tus hijos, y leéles despacio y claro, y muchas veces, lo que aquí digo de buena voluntad.
¿ Para qué llevas a bautizar a tu hijo ?

Tú me respondes: "Para que sea cristiano." Cristiano quiere decir semejante a Cristo. Yo te voy a decir quién fue Cristo.

Fue un hombre sumamente pobre, que quería que los hombres se quisiesen entre sí, que el que tuviera ayudara al que no tuviera, que los hijos respetasen a los padres, siempre que los hijos cuidasen a los hijos; que cada uno trabajase, porque nadie tiene derecho a lo que no trabaja; que se hiciese bien a todo el mundo y que no se quisiera mal a nadie.

Cristo estaba lleno de amor para los hombres. Y como él venía a decir a los esclavos que no debían ser más que esclavos de Dios, y como los pueblos le tomaron un gran cariño, y por donde iba diciendo estas cosas, se iban tras él, los déspotas que gobernaban entonces le tuvieron miedo y lo hicieron morir en una cruz.

De manera, buen campesino, que el acto de bautizar a tu hijo quiere decir tu voluntad de hacerlo semejante a aquel gran hombre.

Es claro que tú has de querer que él lo sea, porque Cristo fue un hombre admirable. Pero dime, amigo, ¿se consigue todo eso con que echen agua en la cabeza de tu hijo ? Si se consiguiera todo eso con ese poco de agua, todos los que se han bautizado serían buenos. Tú ves que no lo son.

Además de esto, aunque esa virtud del agua fuese verdad ¿ por qué confías a manos extrañas la cabeza de tu hijo ? ¿ Por qué no le echas el agua tu mismo ? ¿ El agua que eche en la cabeza de su hijo un hombre honrado, será peor que la que eche un casi siempre vicioso, que te obliga a tener mujer teniendo él querida, que quiere que tus hijos sean legítimos teniéndolos él naturales, que te dice que debes dar tu nombre a tus hijos y no da él su nombre a los suyos ?

No haces bien si crees que un hombre semejante es superior a ti. El hombre que vale más no es el que sabe más latín, ni el que tiene una coronilla en la cabeza. Porque si un ladrón se hace coronilla, vale siempre menos que un hombre honrado que no se la haga. El que vale más es el más honrado, luego la coronilla no da valer ninguno.

El que más trabaja es el que es menos vicioso, el que vive amorosamente con su mujer y sus hijos. Porque un hombre no es una bestia hecha para gozar, como el toro y el cerdo; sino una criatura de naturaleza superior, que si no cultiva la tierra, ama a su esposa, y educa a sus hijos, volverá a vivir indudablemente como el cerdo y como el toro.

Aunque tu seas un criminal, cuando tienes un hijo te haces bueno. Por él te arrepientes; por él sientes haber sido malo; por él te prometes a ti mismo seguir siendo honrado: ¿ no te acuerdas lo que sucedió en tu alma cuando tuviste el primer hijo? Estabas muy contento, entrabas y salías precipitadamente; temblabas por la vida de tu mujer; hablabas poco, porque no te han enseñado a hablar mucho y es necesario que aprendas; pero, te morías de alegría y de angustia. Y cuando lo viste salir vivo del seno de su madre, sentiste que se te llenaban de lágrimas los ojos, abrazaste a tu mujer, y te creíste por algunos instantes claro como un sol y fuerte como un mundo. Un hijo es el mejor premio que un hombre puede recibir sobre la tierra.

Dime , amigo, ¿ un cura puede querer a tu hijo más que tú ? ¿ Por qué lo ha de querer más que tú ? Si alguien ha de desearle bien al hijo de tu sangre y de tu amor ¿ quién se lo desearía mejor que tú ? ¿ Si el bautismo no quiere decir más que tu deseo de que tu hijo se parezca a Cristo, para esto has de exponerlo a una enfermedad, robándolo algunas horas a su madre, montar a caballo y llevarlo a que lo bendiga un hombre extraño ? Bendícelo tú, que lo harás mejor que él, puesto que lo quieres más que él. Dale un beso y abrázalo. Un beso fuerte: un abrazo fuerte. Y ese es el bautismo.

El cura dice también que te lo bautiza para que entre en el reino de los cielos. Pero él bautiza al recién nacido si le pagas dinero, o granos, o huevos, o animales: si no le pagas, si no le regalas, no te lo bautiza. De manera que ese reino de los cielos de que él te habla vale unos cuantos reales, o granos, o huevos, o palomas.

¿ Qué necesidad hay, ni qué interés puedes tú tener, en que tu hijo entre en un reino semejante ? ¿ Qué juicio debes de formar de un hombre que dice que te va a hacer un gran bien, que lo tiene a su mano, que sin él te condenas, que de él depende tu salvación, y por unas monedas de plata te niega ese inmenso beneficio ? ¿ No es ese hombre un malvado, un egoísta, un avaricioso ? ¿ Qué idea te haces de Dios, si fuera Dios de veras quien enviase semejantes mensajeros ?

Ese Dios que regatea, que vende la salvación, que manda las gentes al infierno si no le pagan, y si le pagan las manda al cielo, ese Dios es una especie de prestamista, de usurero, de tendero.


¡ No, a migo mío, hay otro Dios !

José Martí




Este es uno de los textos que José Martí dejó entre su papelería inédita. Quizá constituya la introducción para un libro que el autor no pudo escribir, dadas sus múltiples tareas. No se conoce la fecha de su escritura. Gonzalo de Quesada y Miranda ha sugerido la posibilidad de que corresponda al período de 1875-1878(La Última Hora, La Habana, número especial por el Año del centenario de Martí, 1953, p.39)


Tomo XIX pp. 379-383.




martes, 26 de febrero de 2008

Las Raíces (texto de Alberto Serret)

¿Puedes creer que el hombre echa raíces igual que las plantas? Pero no se ven porque están en el mismo estuche donde se guardan los sentimientos, el instinto de conservación, las ganas de comer ...

Cuando estas raíces no han podido aferrarse a un pedazo de tierra, el hombre siente que es como un meteorito en el espacio cósmico y sus piernas lo impulsan a un viaje sin objetivo, ya sea por los caminos o por la vida.

Por eso es tan importante amar ese pedazo de tierra en que uno nace, asirse a sus accidentes geográficos, a sus verdes y a su fauna que viene siendo un reflejo de nuestras necesidades esenciales.

¿No has oído hablar nunca de las migraciones y las emigraciones animales? Al principio, en la era prehistórica, el hombre llevaba una vida sin raíces, de aquí para allá en busca de condiciones favorables de supervivencia: abundancia de vegetación y caza, agua potable, sol... Tenía que escapar de los rigores del clima y a veces sus campamentos quedaban enmarcados entre límites fijos, escogidos así por miedo a la aventura, a lo desconocido. Ya en esos casos, el hombre comenzaba a echar raíces. Otras veces, en cambio, avanzaba en grupos apretados, guiados por el instinto como única razón de permanencia. Entre lo primero y lo segundo hallarás la diferencia entre migración y emigración, respectivamente.

Con el auxilio del fuego, el hombre pudo abandonar la vida nómada y emprendió la marcha hacia la civilización; supo de la casa y el jardín propio, del gobierno común y del intercambio, de la patria y su significado para el bienestar de los descendientes.Otras especies, incapacitadas para luchar contra el huracán o la helada, conservaron sus antiguas costumbres y desarrollaron el sentido de la orientación como método de defensa, un sentido que a veces el hombre sin raíces no posee.

Las distancias a recorrer por estos animales que migran o emigran dependen sobre todo de sus fuerzas, de su agilidad y tamaño. La emigración de los pulgones verdes facilitan a las hormigas un jugo dulce para ellas muy sabroso, va escasamente desde la rama de los árboles frutales hasta los tallos de las hierbas. Por su parte la golondrina del Ártico un pajarito blanco de bello y frágil aspecto, es famosa por la longitud de su viaje, que en ida y vuelta es muchas veces mayor que la circunferencia de nuestro planeta.

La migración de las aves fue hasta hace algún tiempo tema de innumerables leyendas y relatos fantásticos.

Existen teorías modernas que explican cómo la intensidad de la luz influye en la precisión conque las aves siguen, años tras años, el camino hacia la primavera y regresan luego al punto de partida, pero aún éstas no pasan de ser simples hipótesis.

La emigración puede considerase una terrible variante de la migración, porque casi siempre desemboca en la muerte... Me parece que el caso de los Lémings, mamíferos muy parecidos a las ratas de campo, de pelaje claro y cola corta, tiene singular interés. Viven en las montañas de Noruega, en una tranquila comunidad que nada altera, hasta que un buen día comienzan a multiplicarse con asombrosa rapidez. "Aumenta también el número de gavilanes -nos cuenta Herminio Almendros en su libro titulado Cosas curiosas de los animales-, lechuzas, martas y comadrejas que viven a la caza de los Lémings, y por fin llegan éstos a ser tantos que la vida allí se les hace imposible". Finalmente se lanzan montaña abajo en desesperada carrera.Millares de ellos se ahogan al cruzar los ríos y son devorados por las aves de rapiña que los sobre vuelan. "Hasta dos o tres años dura la emigración de los Lémings hacia el mar. Los que llegan a la costa siguen avanzando y se hunden en el agua, donde desaparecen para siempre, como en un fantástico suicidio colectivo".

¿Tu recuerdas la leyenda del Flautista de Hamelin, que encantó a las ratas y las hizo perecer lanzándolas al mar? ¿No encuentras una relación de semejanza con la suerte de estos animalitos?

En el libro de Almendros se halla este otro fragmento: "Hay en la isla Jamaica, lo mismo que en algunos lugares de las costas de Cuba, unos cangrejos que viven en las grietas de las rocas, no muy lejos del mar. Una vez al año, y siempre alrededor de la misma fecha, emprenden el camino hacia las playas para poner allí sus huevos. En esta corta excursión caminan siempre en línea recta; avanzan en enormes cantidades sin desviarse de la ruta más corta, salvando los accidentes del terreno, trepando por las paredes de las casa que encuentran en su camino, invadiendo las carreteras donde muchos de ellos son aplastados..., hasta que llegan a la orilla del mar ..."

Nadie puede explicarse aún con certeza de que índole es esa fuerza que impulsa a los animales hacia delante, en busca infatigable de nuevos horizontes, sembrando la tierra a su paso.

Sólo el hombre, racional hasta el fondo, sensible y ansioso de conocimientos hasta el fondo, es por contraste dueño y señor de sus impulsos, y sabe, sabe a dónde quiere ir, a dónde se dirige.


(Extraído del libro Escrito para Osmani (1987), Premio de la Crítica 1988).


Alberto Serret, nacido en Santiago de Cuba en 1947, y fallecido en Quito, Ecuador, a la edad de 53 años. He querido rendir homenaje a su memoria transcribiendo en este blog uno de los temas que aparecen en su libro antes nombrado, que bien puede ser calificado como un Clásico de la Literatura Infantil Cubana de todos los tiempos. Donde los niños además de disfrutar de una lectura instructiva, bella y dulce, pueden conocer al hombre desde una visión esencialmente humana, y nosotros los mayores dar Gracias a Alberto Serret por su existencia, y la importante obra literaria que realizó y lo sitúa dentro de los grandes en las Letras Cubanas, aunque en su país no haya sido valorada en toda su dimensión, y muy escasamente publicada.

viernes, 22 de febrero de 2008

El proceso de los siete anarquistas de Chicago, José Martí, Nueva York 2 de Septiembre de 1886.

Señor Director de La Nación:

Aquellos anarquistas que en la huelga de la primavera lanzaron sobre los policías de Chicago una bomba que mató a siete de ellos, y huyeron luego a casa donde fabrican sus aparatos mortíferos, a los túneles donde enseñan a sus afiliados a manejar las armas, y a untar de ácido prúsico, para que maten más seguramente, los puñales de hoja acanalada; aquellos que construyeron la bomba, que convocaron a los trabajadores a las armas, que llevaron cargado el proyectil a la junta pública, que exitaron a la matanza y el saqueo, que acercaron el fósforo encendido a la mecha de la bomba, que la arrojaron con sus manos sobre los policías, y sacaron luego a la ventana de su imprenta una bandera roja, aquellos siete alemanes, meras bocas por donde ha venido a vaciarse sobre América el odio febril acumulado durante siglos europeos en la gente obrera; aquellos míseros, incapaces de llevar sobre su razón floja el peso peligroso y enorme de la justicia, que en sus horas de ira enciende siempre a la vez, según la fuerza de las ramas en que arraiga, apóstoles y criminales; aquellos han sido condenados, en Chicago, a muerte en la horca.

Tres de ellos ni entendían siquiera la lengua en que los condenaban. El que hizo la bomba, no llevaba más que unos nueve meses de pisar esta tierra que quería ver en ruinas.

Uno solo de los siete, casado con una mulata que no llora, es norteamericano, y hermano de un general de ejército: los demás han traído de Alemania cargado el pecho de odio.

Desde que llegaron, se pusieron a preparar la manera mejor de destruir. Reunían pequeñas sumas de dinero; alquilaban casas para hacer experimentos; rellenaban de fulmicoton trozos pequeños de cañerías de gas: iban de noche con sus novias y mujeres por los lugares abandonados de la costa a ver cómo volaban los cascos de barco; imprimían libros en que se enseña la manera fácil de hacer en la casa propia los proyectiles de matar: se atraían con sus discursos ardientes la voluntad de los miembros más malignos, adoloridos y obtusos de los gremios de los trabajadores: "pudrían -dice el abogado- como el vómito del buitre, todo aquello a que alcanzaba su sombra".

Aconsejaban los bárbaros remedios imaginados en los países donde los que padecen no tienen palabra ni voto, aquí, donde el más infeliz tiene en la boca la palabra libre que denuncia la maldad, y en la mano el voto que hace la ley que ha de volcarla: al favor de su lengua extranjera, y de las leyes mismas que desatendían ciegamente, llegaron a tener masas de afiliados en las ciudades que emplean mucha gente alemana: en Nueva York, en Milwaukee, en Chicago.

En libros, diarios y juntas adelantaban en organización armada y predicaban una guerra de incendio y de exterminio contra la riqueza y los que la poseen y defienden, contra las leyes y los que las mantienen en vigor. Se les dejaba hablar, aun cuando hay leyes que lo estorban, para que no pudieran prosperar so color de martiriro, ideas de cuna extraña, nacidas de una presión que aquí no existe en la forma violenta y agresiva que del otro lado del mar las ha engendrado.

Prendieron estas ideas lóbregas en los espírutus menos racionales y más dispuestos por su naturaleza a la destrucción; y cuando al fin, como enseña de este fuego subterráneo, saltó encendida por el aire la bomba de Chicago, se vio que la clemencia equivocada había permitido el desarrollo de una cría de asesinos.

Todo esto se ha probado en el proceso. Ellos que, salvo el norteamericano, tiemblan hoy, pálidos como la cal, de ver cerca la muerte, manejan en calma los instrumentos más alevosos que han sugerido nunca al hombre la justicia o la venganza.

No fue que rechazasen en una hora de ira el ataque violento de la policía armada: fue que, de meses atrás, tenían fábricas de bombas, y andaban con ellas en los bolsillos "en espera del buen momento", y atisbaban el paso a los grupos de huelguistas para enardecerles con sus discursos la sangre, y tenían concertado un alzamiento en que se echasen sobre la ciudad de Chicago a una hora fija las carretadas de bombas ocultas en las casas y escondites donde los mismos, que ayudaron a hacerlas las descubrieron la policía.

No embellece esta vez una idea el crimen.

Sua artículos y discursos no tienen aquel calor de humanidad que revela a los apóstoles cansados, a las víctimas que ya no pueden con el peso del tormento y en una hora de majestad infernal la echan por tierra, a los espíritus de amor activo nacidos fatalmente para sentir en sus mejillas la vergüenza humana, y verter su sangre por aliviarla sin miramiento del bien propio.

No: todas las grandes ideas de reforma se condesan en apóstoles y se petrifican en crímenes, según en su llameante curso prendan en almas de amor o en almas destructivas. Andan por la vida las dos fuerzas, lo mismo en el seno de los hombres que en el de la atmósfera y en el de la tierra. Unos están empeñados en edificar y levantar: otros nacen para abatir y destruir. Las corrientes de los tiempos dan a la vez sobre unos y otros; y así sucede que las mismas ideas que en lo que tienen de razón se llevan toda la voluntad por su justicia, engendran en las almas dañinas o confusas, con lo que tienen de pasión estados de odio que se enajenan la voluntad por su violencia.

Así se explica que los trabajadores mismos temblaron al ver qué delitos se criaban a su sombra; y como de vestidos de llamas se desasieron de esta mala compañía, y protestaron ante la nación que ni los más adelantados socialistas protegían ni excusaban el asesinato y el incendio a ciegas como modos de conquistar un derecho que no puede ser saludable ni fructífero si se logra por medio del crímen, innecesario en un país de república, donde puede lograrse sin sangre por medio de la ley.

Así se explica cómo hoy mismo, cuando los diarios fijaron en sus tablillas de anuncio el veredicto del jurado, no se oía una sola protesta entre los que se acercaban ansiosamente a leer la noticia.

¡Ay! ¡aquí los corazones no son generalmente sensibles! ¡aquí no hace temblar la idea de un hombre muerto por el verdugo a mano fría! ¡aquí se habitúa el alma al egoísmo y la dureza! pero se suele ver, como en los días de la agonía de Garfield, el corazón público, -se suele sentir, como en los días del abolicionista Wendell Phillips, la pujanza con que se revela la conciencia nacional contra la injusticia o el crimen,- se ve crecer en un instante, como en los días de las huelgas de carros, la ira de la clase obrera cuando se cree injuriada en su decoro o su derecho.

Y esta vez, ni un solo gremio de trabajadores en toda la nación ha mostrado simpatía, ni cuando el proceso, ni cuando el veredicto, con los que mueren por delitos cometidos en su nombre.

Y es porque esos míseros, dándose a sí propios como excusa de su necesidad de destrucción las agonías de la gente pobre, no pertenecen directamente a ella, ni están por ella autorizasos, ni trabajan en construir, como trabaja ella; sino que son hombres de espíritu enfermizo o maleado por el odio, empujados unos por el apetito de arrasar que se abre paso con pretexto público en todas las conmociones populares, pervertidos otros por el ansia dañida de la notoriedad o provechos fáciles de alcanzar en las revueltas,-y otros, ¡los menos culpables, los más desdichados!, endurecidos, condensados en crimen, por la herencia acumulada del trabajo cervil y la cólera sorda de las generaciones esclavas.

Aquí, a favor de la gran libertad legal, de lo fácil del escape en esta población enorme, de la indulgencia que envalentonó la propaganda anarquista, se reunieron naturalmente para su obra de exterminio esos elementos fieros de todo sacudiemiento público: los fanáticos, los destructores y los charlatanes. Los ignorantes los siguieron. Los trabajadores cultos se retrajeron de ellos con abominación. Los obreros norteamericanos miraron como extraños a esos medios y hombres nacidos en países cuya organización despótica da mayor gravedad y color distinto a los mismos males que aquí los hábitos de libertad hacen llevaderos.
El silencio amparó la obra siniestra.
Y cuando llegaron para Chicago las horas de inquietud que en su justa revuelta por su mejoramiento está causando en todo el país la gente obrera, saltaron a su cabeza los hombres tenebrosos, vociferando, ondeando pañuelos rojos, azuzando a los desesperados, echando al aire la bomba encendida.
Saltaron en pedazos los hombres rotos: murieron miembro a miembro desesperados en los hospitales: repudió toda la gente de trabajo a los que a sangre fría mataban en su nombre. Y hoy, cuando se anuncia el veredicto que los condena a muerte, se siente que en esta masa de millones hay todavía rincones vivos donde se hacen bombas, se reúnen en Nueva York dos mil alemanes a condolerse de los sentenciados, se sabe que no han cesado en Chicago, ni en Milwaukee, ni en Nueva York los trabajos bárbaros de estos vengadores ciegos; pero las grandes masas no han alzado la mano contra el veredicto, ni el curioso indiferente que se acerca hoy a las tablillas de los diarios hubiera podido oír a un solo trabajador ni comerciante, ni una palabra de condenación o de ira contra el acuerdo del jurado.
Porque entre otras cosas, los peligros mismos que, a la raíz del proceso, corría el jurado, venían siendo garantía de que él no daría veredicto de muerte contra los anarquistas, a tener la menor posibilidad de evitarse así una inquietud para la conciencia y un riesgo para sus vidas. Si la evidencia no era absoluta, el jurado se aprovecharía de ello para no incurrir en la ira de los anarquistas.
Ya se sabe que el jurado aquí, como en todas partes, no es como los jueces, que viven de la justicia y pueden afrontar los peligros que les vengan de ejercerla con protección y paga del orden social que los necesita para su mantenimiento.
Estos doce jurados, traídos muy contra su voluntad a juzgar a los jefes de una asociación numerosa de hombres que creen glorioso el crimen, y criminales a todos los que se oponen, habían de temer con razón que los anrquistas enfurecidos por la sentencia de sus jefes, llevasen a cabo las amenazas que esparcían abundantemente, mientras se estaba eligiendo el jurado.
Treinta y seis días tardó el jurado en formarse. Novecientos ochenta y un jurado hubo que examinar para poder reunir doce.
Reunidos al fin, siguió por todo un mes la sombría vista.
De noche reposaban los jurados en sus cuartos en el hotel, vigilados por los alguaciles que debían librarles de toda comunicación o amenaza: deliberaban: comentaban los sucesos del día: iban concentrando el juicio: se distraín tocando piano, banjo y violín. De día eran las sorpresas.
Ya era el norteamericano Parsons, a quien la policía no podía hallar, y se presentó de súbito en la sala del proceso, desaseado, barbón, duro, arrogante: ya era que iban perdiendo su seguridad aparente los presos, conforme el fiscal público presentaba en el banquillo como testigos a los cómplices mismos de los anarquistas, al regente de la impenta del periódico que incitaba a la matanza, al dueño de la casa donde el recién llegado alemán hacía las bombas.
Una joven repartía un día a los presos ramilletes de flores encarnadas. La madre del periodista Spies oía día a día las declaraciones contra su hijo. El fiscal presentó en su propia mano una bomba cargada, de las que se hallaron en un escondite, fabricadas por uno de los presos, con ayuda del cómplice que lo denunciaba desde el banquillo.
Cada día se veían crecer las alas de la muerte, y se sentían más aquellos infelices bajo su sombra.
Todo se fue probando: la premeditación, la manufactura de los proyectiles, la conspiración, las excitaciones al incendio y el asesinato, la publicción de claves en el diario con este fin, el tono criminal de los discursos en la junta de Haymarket, la preparación y lanzamiento de la bomba desde la carreta de los oradores.
Estaba entre los preso el que la había hecho, ésa y cien más.
Los restos de la bomba eran iguales a los que los cómplices de los presos entregaron en la policía, y a las que tenía el periodista en su imprenta y enseñaba como hazaña.
Los testigos de la defensa se contradijeron y dejaron en pie la acusación. Los testigos de la acusación eran amigos, compañeros, empleados, cómplices de los presos.
Sin miedo hablaron el fiscal y su abogado. Sin fortuna ni solidez hablaron los defensores. El juez dijo al jurado en sus indicaciones que el que incita a cometer un delito y a preparlo es tan culpable de él como el que lo comete.
Anonadaba tanta prueba. Estremecía lo que se había oído y visto. Trascendía al tribunal el espanto público.
El jurado deliberó poco, y a la mañana siguiente los presos fueron llamados a oír el veredicto.
¡Pobres mujeres! La viejecita Spies, la madre del periodista, estaba en un rincón, mirando como quien no quiere ver. Allí su hermana joven. Allí la novia lozana de uno de los presos. Allí la mujer de Schwab, desdichada y seca criatura, el cuerpo como roído, de rostro térreo y manos angulosas, extraña en el vestir, los ojos vagos y ansiosos, como de quien viviese en compañía de un duende: Schwab es así: desgarbado, repulsivo, de funesta apariencia; la mirada caída bajo los espejuelos, la barba silvestre, el pelo en rebeldía, la frente no sin luz, el conjunto como de criatura subterránea.
Allí la mulata de Parsons, implacable e inteligente como él que no pestañea en los mayores aprietos, que habla con feroz energía en las juntas públicas, que no se desmaya como las demás, que no mueve un músculo del rostro cuando oye la sentencia fiera. Los noticieros de los diarios se le acercan, más para tener qué decir que para consolarla. Ella aprieta el rostro contra su puño cerrado.
No mira; no responde; se le nota en el puño un temblor creciente; se pone en pie de súbito, aparta con ademán a los que la rodean, y va a hablar de la apelación con su cuñado.
La viejecita ha caído en tierra. A la novia infeliz se la llevan en brazos. Parson se entretenía mientras leían el veredicto en imitar con los cordones de una cortina que tenía cerca el nudo de la horca, y en echarlo por fuera de la ventana, para que lo viese la muchedumbre de la plaza.
En la plaza, llena desde el alba de tantos policías como concurrentes, hubo gran conmoción cuando se vio salir al tribunal, como si fuera montado en un relámpago, al cronista de un diario,-el primero de todos. Volaba. Pedía por merced que no lo detuviesen. Saltó al carruaje que lo estaba esperando.
- "¿ Cuál es, cuál es el veredicto ?"-voceaban por todas partes.-"¡Culpables!"-dijo, ya en marcha. Un hurra, ¡triste hurra!, llenó la plaza. Y cuando salió el juez, lo saludaron.


Publicado en La Nación, Buenos Aires, 21 de octubre de 1886.
Tomo XI pp. 53-61