martes, 26 de febrero de 2008

Las Raíces (texto de Alberto Serret)

¿Puedes creer que el hombre echa raíces igual que las plantas? Pero no se ven porque están en el mismo estuche donde se guardan los sentimientos, el instinto de conservación, las ganas de comer ...

Cuando estas raíces no han podido aferrarse a un pedazo de tierra, el hombre siente que es como un meteorito en el espacio cósmico y sus piernas lo impulsan a un viaje sin objetivo, ya sea por los caminos o por la vida.

Por eso es tan importante amar ese pedazo de tierra en que uno nace, asirse a sus accidentes geográficos, a sus verdes y a su fauna que viene siendo un reflejo de nuestras necesidades esenciales.

¿No has oído hablar nunca de las migraciones y las emigraciones animales? Al principio, en la era prehistórica, el hombre llevaba una vida sin raíces, de aquí para allá en busca de condiciones favorables de supervivencia: abundancia de vegetación y caza, agua potable, sol... Tenía que escapar de los rigores del clima y a veces sus campamentos quedaban enmarcados entre límites fijos, escogidos así por miedo a la aventura, a lo desconocido. Ya en esos casos, el hombre comenzaba a echar raíces. Otras veces, en cambio, avanzaba en grupos apretados, guiados por el instinto como única razón de permanencia. Entre lo primero y lo segundo hallarás la diferencia entre migración y emigración, respectivamente.

Con el auxilio del fuego, el hombre pudo abandonar la vida nómada y emprendió la marcha hacia la civilización; supo de la casa y el jardín propio, del gobierno común y del intercambio, de la patria y su significado para el bienestar de los descendientes.Otras especies, incapacitadas para luchar contra el huracán o la helada, conservaron sus antiguas costumbres y desarrollaron el sentido de la orientación como método de defensa, un sentido que a veces el hombre sin raíces no posee.

Las distancias a recorrer por estos animales que migran o emigran dependen sobre todo de sus fuerzas, de su agilidad y tamaño. La emigración de los pulgones verdes facilitan a las hormigas un jugo dulce para ellas muy sabroso, va escasamente desde la rama de los árboles frutales hasta los tallos de las hierbas. Por su parte la golondrina del Ártico un pajarito blanco de bello y frágil aspecto, es famosa por la longitud de su viaje, que en ida y vuelta es muchas veces mayor que la circunferencia de nuestro planeta.

La migración de las aves fue hasta hace algún tiempo tema de innumerables leyendas y relatos fantásticos.

Existen teorías modernas que explican cómo la intensidad de la luz influye en la precisión conque las aves siguen, años tras años, el camino hacia la primavera y regresan luego al punto de partida, pero aún éstas no pasan de ser simples hipótesis.

La emigración puede considerase una terrible variante de la migración, porque casi siempre desemboca en la muerte... Me parece que el caso de los Lémings, mamíferos muy parecidos a las ratas de campo, de pelaje claro y cola corta, tiene singular interés. Viven en las montañas de Noruega, en una tranquila comunidad que nada altera, hasta que un buen día comienzan a multiplicarse con asombrosa rapidez. "Aumenta también el número de gavilanes -nos cuenta Herminio Almendros en su libro titulado Cosas curiosas de los animales-, lechuzas, martas y comadrejas que viven a la caza de los Lémings, y por fin llegan éstos a ser tantos que la vida allí se les hace imposible". Finalmente se lanzan montaña abajo en desesperada carrera.Millares de ellos se ahogan al cruzar los ríos y son devorados por las aves de rapiña que los sobre vuelan. "Hasta dos o tres años dura la emigración de los Lémings hacia el mar. Los que llegan a la costa siguen avanzando y se hunden en el agua, donde desaparecen para siempre, como en un fantástico suicidio colectivo".

¿Tu recuerdas la leyenda del Flautista de Hamelin, que encantó a las ratas y las hizo perecer lanzándolas al mar? ¿No encuentras una relación de semejanza con la suerte de estos animalitos?

En el libro de Almendros se halla este otro fragmento: "Hay en la isla Jamaica, lo mismo que en algunos lugares de las costas de Cuba, unos cangrejos que viven en las grietas de las rocas, no muy lejos del mar. Una vez al año, y siempre alrededor de la misma fecha, emprenden el camino hacia las playas para poner allí sus huevos. En esta corta excursión caminan siempre en línea recta; avanzan en enormes cantidades sin desviarse de la ruta más corta, salvando los accidentes del terreno, trepando por las paredes de las casa que encuentran en su camino, invadiendo las carreteras donde muchos de ellos son aplastados..., hasta que llegan a la orilla del mar ..."

Nadie puede explicarse aún con certeza de que índole es esa fuerza que impulsa a los animales hacia delante, en busca infatigable de nuevos horizontes, sembrando la tierra a su paso.

Sólo el hombre, racional hasta el fondo, sensible y ansioso de conocimientos hasta el fondo, es por contraste dueño y señor de sus impulsos, y sabe, sabe a dónde quiere ir, a dónde se dirige.


(Extraído del libro Escrito para Osmani (1987), Premio de la Crítica 1988).


Alberto Serret, nacido en Santiago de Cuba en 1947, y fallecido en Quito, Ecuador, a la edad de 53 años. He querido rendir homenaje a su memoria transcribiendo en este blog uno de los temas que aparecen en su libro antes nombrado, que bien puede ser calificado como un Clásico de la Literatura Infantil Cubana de todos los tiempos. Donde los niños además de disfrutar de una lectura instructiva, bella y dulce, pueden conocer al hombre desde una visión esencialmente humana, y nosotros los mayores dar Gracias a Alberto Serret por su existencia, y la importante obra literaria que realizó y lo sitúa dentro de los grandes en las Letras Cubanas, aunque en su país no haya sido valorada en toda su dimensión, y muy escasamente publicada.

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