domingo, 10 de diciembre de 2017

El PuEbLO

El pueblo, que a menudo es vil y cobarde e insensato, nunca se atreven los políticos a criticarlo, nunca lo riñen ni le afean la conducta, sino que invariablemente lo ensalzan, cuando poco suele tener de ensalzable, el de ningún sitio.Es sólo que se ha erigido en intocable y hace las veces de los antiguos monarcas despóticos y absolutistas.Como ellos, posee la prerrogativa de la veleidad impune, no responde de lo que vota ni de a quién elige, de lo que apoya, de lo que calla y otorga o impone o clama.¿ Qué culpa tuvo el franquismo en España, como del fascismo en Italia o del nazismo en Alemania y Austria, en Hungría y Cracovia? ¿Qué culpa tuvo el stalinismo en Rusia ni el maoísmo en China? Ninguno, nunca; siempre resulta ser víctima y jamás es castigado (naturalmente no va a castigarse a sí mismo; de sí mismo se compadece y apiada).El pueblo no es sino el sucesor de aquellos reyes arbitrarios, volubles, sólo que con millones de cabezas, es decir, descabezados.Cada uno de ellos se mira en el espejo con indulgencia y alega con un encogimiento de hombros:´´Ah, yo no tenía ni idea.A mí me manipularon, me indujeron, me engañaron y me desviaron.Y qué sabría yo, pobre mujer de buena fe, pobre hombre ingenuo´´Sus crímenes están tan repartidos que se desdibujan y se diluyen, y así los autores anónimos están en disposición de cometer los siguientes, en cuanto pasan unos años y nadie se acuerda de los anteriores.
                                                Javier Marías
... de la novela Berta Isla


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